No te frustres con lo que todavía no te veas capaz de hacer. Van a ser días de especial ataque de los pensamientos, con demasiadas cosas que escapan a tu control. Y es completamente normal tener momentos de bajón, volver a caer en algo que ya creías superado… Intenta que no suceda, pero sé comprensiva contigo misma. Mira más bien a todo lo que sí estás consiguiendo. ¡Probablemente, un año o unos meses atrás no habrías sido capaz de llevar este viaje como lo estás haciendo!
“He tenido un derrumbe con la comida, porque en media mañana nos han ofrecido unas galletitas y yo iba a comerlas, pero mi madre me ha dicho de esperar porque era pronto, y me he rayado, y al final me las he comido pero ya deprisa y corriendo porque teníamos que entrar a otro sitio […] y sintiéndome sucia por haber tenido que pedirle a mi madre comer dulce… y encima claro, no podía llorar abiertamente [era un viaje en grupo organizado], así que lo he pasado fatal. Pero luego he sido valiente, he bloqueado los pensamientos y he continuado. Mi madre dice que está muy orgullosa de mí”.
“Lo sigo pasando mal con la comida, pero, como dice mi madre, lo que tengo que ver es lo mucho que he avanzado. Por ejemplo, estoy comiendo dulces todos los días, no estoy reduciendo aunque no haga ejercicio, soy algo más flexible con las sustituciones, incluso conseguí dejar una cosa que no me estaba gustando y coger su equivalente en otra”.
“He podido hacer por fin ejercicio. Estoy orgullosa de mí porque no me he lanzado a hacer una rutina fuerte, ni a usar máquinas […] y no la he alargado ni nada. Me asombra esa flexibilidad que llego a tener”.