Por qué no soy vegana: argumentos biológicos y filosóficos

Por qué no soy vegana: argumentos biológicos y filosóficos

Hacerse vegetariano o, “incluso mejor”, vegano, es lo que está ahora de moda en el mundo de la salud y el fitness. ¿Significa eso que sea lo mejor y todos debamos serlo? A mí, ni mis conocimientos ni mis creencias me lo permiten.

Entre los veganos, hay de todo:

  • Unos son tolerantes, otros no. De hecho, quienes no somos veganos podemos sentirnos frecuentemente presionados y creer que debemos justificarnos.
  • Unos conocen y admiten los datos científicos favorables y adversos a su dieta, otros solo los conocen pero no los admiten públicamente, otros ni siquiera los conocen.
  • Unos lo son por sus creencias respecto a los animales, otros por el medio ambiente, otros por salud, otros por una mezcla de todo y otros (demasiados) solo por moda y por lo que oyen por ahí.

Respeto completamente a quienes no consumen productos animales porque según su ética eso es intrínsecamente malo. Todos debemos poder actuar con libertad de conciencia. Sin embargo, ese es el único caso que considero realmente válido. El resto de argumentos resultan muy débiles, y en bastantes casos ni siquiera sirven para defender el veganismo en su esencia: más bien para apostar por una producción más sostenible, hábitos de vida más saludables, mejor trato a los animales, etc.

En esta entrada, que es la primera parte, expondré 5 razones por las que yo he decidido no ser vegana: el ciclo vital, la religión; el hecho biológico de que el ser humano no está diseñado para el veganismo; la salud y la ecología. Trataré también el punto del bienestar animal. Y, por último, diré los cambios que sí he decidido hacer en lugar de volverme vegana.

1ª razón: Las plantas comen animales

El primer argumento tiene que ver con el mundo natural y la manera en que funciona el ciclo vital. Todos los seres vivos estamos entrelazados y nuestras interrelaciones son íntimas y complejas, de modo que en realidad no se pueden establecer límites firmes. Comer plantas es comer animales, y comer animales es comer plantas. ¿Por qué? Porque las plantas se alimentan de los nutrientes que absorben del suelo, y ese suelo está formado por partículas de rocas y restos de plantas y… animales. Gracias a la muerte y descomposición de los animales, crecen las plantas que podemos comer.

2ª razón: La religión

Perdonadme que me vaya a extender en este punto, pero he leído demasiado sinsentido como para no aclararlo bien. Como he dicho, solo me plantearía no comer animales si creyera que esto es en sí mismo malo. Y la razón por la que no lo hago es sencilla: no es una creencia compatible con el cristianismo. Múltiples ejemplos bíblicos lo demuestran. Veamos tan solo algunos:

Antiguo Testamento

Es cierto que en el Génesis no se dice que en el Paraíso se comiera carne (Dios solo entrega a Adán y Eva explícitamente los vegetales como alimento), aunque tampoco significa esto una prohibición como algunos han querido hacer ver. Pero en cualquier caso, esto no dice nada de la vida del hombre después del pecado original, que es un estado completamente diferente, con otras necesidades corporales.

De hecho, poco después de ese pasaje que citan los veganos cristianos (Gen 1, 29) está la historia de Caín y Abel (Gen 4, 1-16). Caín era agricultor y ofreció a Dios frutos del suelo; Abel era pastor y ofreció carne y grasa de ovejas. Dios prefirió la segunda ofrenda. Es obvio que no se trata del contenido de la ofrenda, sino del corazón de cada uno… Pero también muestra que a Dios no le pareció nada mal que Abel matara ovejas.

«Sacrificio de Abel». Juan Antonio de Frías y Escalante. 1667-1668. ©Museo Nacional del Prado

Es más, muchas de las fiestas de los judíos implicaban sacrificios de animales. Y esto se lo había inspirado el propio Dios. ¿Cómo si Dios no quería que tomásemos carne ni para alimentarnos iba a ordenar que se mataran incluso más animales?

Nuevo Testamento

Pero alguien podría pensar que esto solo se aplica a la Antigua Alianza y que los “hombres nuevos” ya no debemos hacerlo. Sin embargo, la realidad es que Jesús no solo no condena comer animales, sino que lo hace repetidas veces en el Evangelio, y se los da también a otros para comer (como en la multiplicación de los panes y los peces). Hasta después de resucitado, cuando se aparece a sus discípulos, les pide pescado para comer (Jn 21, 5). 

«Multiplicación de los panes y los peces». Ambrosius Francken I. Siglo XVI. Museo Real de Bellas Artes de Amberes

Y esto no es solo por el contexto de la época. Jesús hizo muchas cosas que escandalizaban a los judíos, pudo buenamente haber establecido el vegetarianismo si eso fuera la voluntad de Dios. Tampoco habría sido el primero en promover una dieta así: en el mundo griego (con el que los judíos estaban familiarizados por la helenización) tenemos el ejemplo de sabios como Pitágoras. De hecho, Jesús si dijo algo novedoso respecto a la carne: que todas estaban permitidas, no como en la antigua Ley, en la que algunas estaban prohibidas: “Con esto declaraba puros todos los alimentos” (Mc 7, 19).

Incluso a San Pedro le llega a decir, en una visión con cuadrúpedos, reptiles y aves: “Mata y come” (Hch 10, 12-16). Los argumentos de algunos veganos según el cual Jesús llamó a los pescadores como discípulos para que así dejaran de ejercer esta profesión y matar peces, o de que expulsó a los mercaderes del Templo no por hacer negocios allí sino simplemente porque lo que vendían eran animales… se demuestran por tanto risibles.

Esto no quiere decir que un cristiano tenga que comer carne o productos animales si no quiere (de hecho hay órdenes religiosas vegetarianas) … solamente que no lo puede considerar obligatorio para todos por motivos religiosos.

3ª razón: El ser humano no está diseñado para el veganismo

Simplemente, no es natural. Otra cosa es que en las circunstancias actuales el hombre pueda desafiar a su naturaleza gracias a la técnica. De nuevo, elección personal. Pero lo que no se puede argumentar que sea la mejor dieta para el hombre por sí misma.

No hace falta más que mirar nuestro cuerpo y compararlo con el de animales carnívoros, omnívoros y herbívoros para darnos cuenta de que biológicamente somos lo segundo. No tenemos los dientes de los carnívoros, dicen acertadamente los veganos. Tampoco tenemos el largo tubo digestivo de los herbívoros. Por cierto que gracias a ello tenemos el cerebro que nos permite pensar sobre estas diatribas dietéticas. “La expansión cerebral fue posible por la reducción paralela del tamaño del aparato digestivo” (p. 16). Algo imposible para un herbívoro, que necesita uno muy grande, ya que los vegetales requieren un procesamiento mayor que la carne. Además, este gran cerebro que conseguimos necesita ácidos grasos omega 3, pero no desarrollamos paralelamente un mecanismo para producirlos. ¿Por qué? Porque no hacía falta: teníamos los peces.

Comparación del tubo digestivo humano y herbívoro (un conejo)

Las dietas del mundo

Podemos asimismo comprobar que no hay ninguna cultura tradicionalmente vegana. La dieta de cada pueblo puede variar mucho dependiendo de su localización geográfica y recursos disponibles, pero ninguno excluye por completo los alimentos de origen animal. En la zona intertropical predominan dietas más basadas en vegetales, como la de los Kitavanos de Papúa Nueva Guinea —que también comen pescado, eso sí—, con excepciones como los Masai; mientras que según ascendemos hacia el Ártico aumenta el consumo de productos animales, que son la base prácticamente única de la dieta de pueblos como los Inuit.

Y esto no supone que unos sean más sanos que otros. Por ejemplo, si comparamos a los Tuoli de China con otros pueblos cercanos que presentan un consumo mucho menor de productos animales (ellos son una excepción en el área), observamos que no hay diferencias significativas en cuanto a mortalidad o incidencia de enfermedades. En algunos casos salen incluso mejor parados que sus vecinos.

Las proteínas

Por otro lado, nuestro cuerpo está mucho mejor dotado para absorber ciertos macro y micronutrientes de los productos animales que de los vegetales. El caso más llamativo es quizá el de las proteínas: el porcentaje de absorción de la proteína animal ronda el 90%, mientras que el de la proteína vegetal se encuentra entre un 60 y un 70%, debido a la presencia de los aminoácidos limitantes. Además, las proteínas vegetales suelen ser incompletas, esto es, no contener todos los aminoácidos esenciales (los que el cuerpo no puede fabricar por sí mismo y necesita obtener mediante la comida). Por supuesto que tienen muchas otras ventajas y que con una planificación correcta se puede solventar este problema; solo intento mostrar cómo funciona nuestro organismo.

Los micronutrientes

En cuanto a los micronutrientes, pasa lo mismo por ejemplo con el hierro, los ácidos grasos omega 3, y vitaminas como la A, la D, la K2 y la B12. Todos ellos absolutamente fundamentales para la vida. Por ejemplo, la vitamina B12 es esencial para el buen funcionamiento del sistema nervioso, la síntesis del ADN y la fabricación de glóbulos rojos, entre otras cosas. Todos los veganos —no estoy generalizando, es que aquí no hay excepciones— necesitan tomar suplementación de la vitamina B12. ¿De verdad, si nuestro cuerpo estuviera hecho para el veganismo, tendría este requerimiento tan grave?

En los demás casos —aunque no está claro que en todos, como en el del omega 3—, normalmente se pueden conseguir las cantidades adecuadas haciendo maniobras (por ejemplo, consumiendo alimentos con vitamina C junto a otros con hierro para facilitar la absorción del último al neutralizar los fitatos). Pero de nuevo, no son la fuente preferida por el organismo para elementos que sin embargo le son esenciales.

4ª razón: La salud

A pesar de todo lo dicho, son muchas las personas que insisten en que una dieta vegana es lo mejor para la salud. Para ello, recurren por lo general a dos estrategias: ensalzar las virtudes de los alimentos de origen vegetal y demonizar los de origen animal. Lo primero es 100% correcto, pero que sean buenos no significa tengan que ser los únicos. Y es que lo segundo suele esconder una manipulación: se dicen las posibles contraindicaciones de los productos animales, todas, hasta las más pequeñas, hasta las que solo se aplican a determinados grupos de población o enfermedades específicas, hasta las que no están probadas por ningún estudio serio (contraindicaciones que, por cierto, también encontramos en el mundo vegetal, aunque esas se callen). Y no se cita ninguno de los beneficios de los productos animales en moderación, aunque reúnan todas las características contrarias.

¿LA dieta sana?

Claro que hay gente que se vuelve mucho más sana cuando adopta una dieta vegana. Como sucede con cualquier dieta que implique prestar más atención a lo que comemos. La base de todas las dietas que funcionan para llevar un estilo de vida saludable no radica en las particularidades de cada una, sino en lo que comparten: priorizar la comida real frente a los ultraprocesados, comer más verduras, aprender sobre los macro y micronutrientes… todo ello acompañado de hábitos como hacer ejercicio, etc. Es decir: ser consciente y preocuparse.

Pero entre alguien que haga esto en una dieta omnívora y otro en una dieta vegana, la balanza se inclinará a favor del primero (por lo general, porque luego hay que tener en cuenta cientos de factores más, algunos genéticos). Y un vegano que se alimente a base de ultraprocesados veganos y que se pase el día tirado en el sofá será menos sano que un omnívoro que cuida su alimentación y mantiene niveles de actividad adecuados. Es el contexto total lo que determina la salud, no se pueden atribuir propiedades mágicas a dejar de comer animales.

Como cualquier dieta que implique la eliminación de grupos enteros de alimentos, puede dar lugar a múltiples deficiencias nutricionales, quizá no evidentes al principio, pero que con el paso de los años se convierten en graves. Ya mencioné en mi entrada anterior varios elementos que es muy difícil o imposible obtener mediante una alimentación vegana y que sin embargo son imprescindibles para el organismo.

La trampa de las comparaciones

Con todo, muchos veganos, en lugar de advertirlo y proponer soluciones, ignoran el problema y claman que tales deficiencias no existen. Por ejemplo, con comparaciones de alimentos de origen animal y vegetal diciendo que los segundos tienen en realidad mucha más proteína (u omega 3, etc.). Cuidado con este tipo de comparaciones. Dejando a un lado el tema de la calidad de esas proteínas y su biodisponibilidad, suelen implicar otra manipulación: tienen en cuenta o solo las calorías o solo el peso a la hora de decir su contenido proteico, omitiendo el que no les convenga.

Por ejemplo, dicen: “Las almendras tienen casi el doble de proteínas que los huevos”: cierto, por 100 g las almendras tienen 22 g de proteínas, y los huevos solo 12 (todos estos datos son de MyFitnessPal). Pero comer 100 g de almendras (que es un montón) implica consumir 631 kcal, mientras que comer 100 g de huevo (el peso medio de 2 huevos es 120) supone solamente 146. Es por tanto una fuente bastante más eficiente.

Iba a hacer lo mismo con esa comparación que circula por ahí diciendo que el brócoli tiene más proteínas que los filetes de ternera, diciendo que los valores que muestran son por 100 kcal, y cómo para tomar 100 kcal de brócoli tendríamos que consumir casi 300 g —¿alguien se comería eso?—, mientras que un solo filete ya son 100 g (150 kcal)… Pero es que aun así no hay manera de que cuadren los números, seguirían siendo 8’3 g de proteína frente a 16. Así que simplemente es mentira. Comprobad siempre los datos antes de dar me gusta o compartir informaciones, sobre todo cuando no es un artículo entero con contexto sino solo una imagen o gráfico.

No seamos simplistas

En el campo de la nutrición, rara vez valen las simplificaciones, el blanco o negro, el bueno y malo. Hay muchísimos factores que entran en juego, múltiples correlaciones, hay que tener en cuenta la genética, los hábitos de vida, las peculiaridades de cada persona… y de los propios alimentos queda un montón por estudiar, es una ciencia relativamente nueva. En general (de nuevo, con todos los matices que se quieran) un poco de todo es bueno, un mucho de cualquier cosa es malo. Es decir, variedad y moderación. Además de priorizar los alimentos menos procesados. Lo que no se puede hacer es decir que para todas las personas del mundo lo más sano es eliminar un grupo enorme de alimentos.

5ª razón: Ecología

Otro motivo muy frecuente por el que la gente se hace vegana es el medio ambiente. Y en este punto les puedo dar la razón, porque… la producción de carne actualmente no es sostenible. No obstante, coincidiendo en ver el problema, discrepo en la solución. Considero que es mejor apoyar la producción ética de carne: ser un omnívoro ético.

Plantas y animales

Y esto en primer lugar por todo lo dicho anteriormente: no quiero poner en peligro mi salud física, y tampoco mi salud mental (restringir grupos de comida es un detonante para los trastornos alimenticios). Pero es también porque estoy convencida de que a largo plazo es lo más beneficioso para el planeta. Los mejores sistemas son los que combinan producción animal y vegetal, porque los animales ayudan a aportar materia orgánica al suelo, contribuyendo a su regeneración natural. Entonces se necesitan menos químicos. Una ganadería ecológica es la clave para una agricultura ecológica.

Porque se habla mucho de lo malo que es para el medio ambiente la industria animal (en la mayoría de los casos con datos exagerados), pero la producción de verduras, cereales, etc., también tiene una huella ecológica. Muy elevada en el caso de productos como ciertos aceites vegetales, pero también en cualquiera que haya que traer desde lejos. Y esos cultivos requieren grandes cantidades de agua, así como de sustancias químicas. Parte de esto es inevitable; parte se podría mitigar, y como he dicho una solución sería la convivencia de animales y plantas, que se ha ido perdiendo en nuestros sistemas productivos, tendentes al monocultivo.

Se habla de los gases que emiten las vacas, pero no de los que pueden ayudar a retener mediante el secuestro de carbono: ciertas formas de pastoreo, que dependen del clima y deben ser más estudiadas pero se basan todas en un sistema más extensivo, contribuyen a incrementar esta variable y minimizar así el impacto de las emisiones.

Soluciones: luchando unidos

Con todo, sigue siendo cierto que la población consume mucha carne producida de manera no ética, y con el tipo de sistemas que sería necesario implantar para que fuera sostenible una producción de carne ética no sabemos si se podría consumir tanta como ahora. Pero eso no significa que haya gente que tenga que compensar no comiendo ninguna, sino que todo el mundo debería hacer pequeños cambios. Eso parece una utopía… pero quizá si algunos grupos ecologistas se dedicaran más a ser inclusivos y animar cada gesto en lugar de ser sectarios y despreciar a los omnívoros, habría más aceptación.

Aun así, no soy tonta: un cambio real solo puede venir si los gobiernos endurecen sus medidas, y hay muchos intereses en juego como para que esto suceda de la noche a la mañana. Creo no obstante que si todos nos unimos en la lucha, presionamos a las autoridades y sobre todo convencemos a las empresas con nuestras elecciones de consumo, poco a poco habrá cambios. Pero para eso tenemos que poder luchar todos juntos. Y yo casi nunca me siento bienvenida en las campañas ecologistas.

Una cuestión aparte: el bienestar animal

Los animales no tienen derechos. Pero los seres humanos sí tenemos deberes para con ellos. Y el trato que se les da en muchas granjas de producción masiva es reprobable. Este no me parece en sentido estricto un argumento por el veganismo, ya que no es lo mismo que algo sea malo a que algo sea bueno o malo dependiendo de las condiciones, como en este caso. Pero tampoco lo puedo incluir como un contraargumento porque ciertamente es lo que impera hoy en día, y dado el precio de los productos animales más éticos entiendo que haya gente que simplemente elija no consumirlos. No es la opción que recomiendo, porque con todo considero que las personas somos más importantes que los animales y nuestro cuerpo funciona mejor con una dieta omnívora. Pero lo comprendo. Para una solución mejor, leer el punto anterior.

No voy a volverme vegana. Pero sí estoy haciendo otras cosas

Por tanto, si me preocupan el planeta y los animales pero no creo en el veganismo, ¿qué puedo hacer?

Estas son las cosas que yo ya estoy haciendo en mi vida cotidiana:
  • Tratar de ser lo más ecológica posible en otros ámbitos: la luz, el agua, no desperdiciar el plástico, reciclar, reutilizar las cosas, comprar ropa y otros objetos de segunda mano…
  • Criar mis propias gallinas para huevos. Si esto no es posible para ti, compra huevos de categoría 1 (gallinas camperas, con acceso al exterior) o 0, alimentadas con pienso natural. Evitar la 2 (gallinas criadas en suelo pero sin acceso al exterior) y la 3 (gallinas criadas en jaulas).
  • Comprar solo productos animales certificados como de bienestar animal.
  • Comprar solo productos de cosmética que sean naturales, ecológicos, veganos y no testados en animales.
  • Cuando compro ropa nueva (es decir, casi nunca), que sea de marcas ecológicas que potencien la «moda lenta».

En definitiva, me considero una omnívora ética. Sabiendo que siempre voy a estar en camino y, por tanto, no tengo por qué sentirme culpable por mis elecciones anteriores cuando descubra otras mejores y, al mismo tiempo, sin creerme moralmente superior por las que tome, pues admitiré que yo no soy perfecta. ¿Os apuntáis a este reto conmigo?

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