Este efecto no es nada que se deba celebrar. Lo mismo nos pasa a las personas con anorexia. Al principio, el cuerpo te envía todas esas señales para hacerte saber que necesita comida. Pero, si no haces caso de ellas, pasa a otra estrategia. El cuerpo desea tanto sobrevivir que se adapta a cualquier cosa lo mejor que puede, y en el caso de una inanición prolongada cree que la mejor manera de hacerlo es que tengas energía y que no te abrume el sentimiento de hambre para que puedas poner toda tu atención en la acción: en la acción de conseguir comida, que en otro tiempo habría implicado un esfuerzo como salir a cazar.
Por eso yo me sentía más inteligente y elevada y espiritual que el resto del mundo, como le pasa a las personas que llegan a entrar en este estado. Por favor, si llegas a estar así, no lo interpretes como un triunfo, sino como una señal de peligro y de que debes salir de ahí lo antes posible.
No es lo mismo llegar a estar cómodo con un horario de ayuno intermitente (que está muy bien, si lo quieres probar tienes que aguantar más allá de los días iniciales para dejar la fuerza de la costumbre y ver si tu cuerpo responde a ese nuevo ritmo), que estar como si te hubieras chutado algo.