8 pasos para elegir la recuperación de tu TCA y ¡lanzarte!

8 pasos para elegir la recuperación de tu TCA y ¡lanzarte!

¿Sufres un trastorno de la conducta alimentaria (TCA), pero te estás planteando salir? A lo mejor es la primera vez que estás pensando que de hecho tienes esa enfermedad, porque antes creías que tú tenías el control o que era un estilo de vida. Y ahora ves que no… pero la perspectiva de dejarlo te produce terror. Calma. Yo estuve en ese limbo más de 4 meses, tras 11 años de negación total. Ahora, después de más de 3 años, puedo decirte que es sin duda la mejor decisión. La más dura, pero la única que merece la pena.

1. Lee/escucha testimonios de recuperación

Una de las cosas que más me ayudó fue leer las historias de chicas que habían pasado por lo mismo pero que se habían recuperado y ahora hablaban de ello desde otra perspectiva (puedes escuchar la mía aquí). Lo que más me sorprendía era ver cómo pensaban cosas muy parecidas, tenían las mismas creencias y miedos, pero con la recuperación habían cambiado por completo de mentalidad, se habían dado cuenta de que todo eso era mentira, y ninguno de sus miedos se había cumplido. Ello me obligaba a replantearme mis propias convicciones… ¿sería lo mismo en mi caso?

También me ayudaba a desterrar estereotipos que tenía sobre la recuperación:

  • Que era para débiles que “abandonaban”: estas chicas eran unas guerreras totales a las que les había costado un mundo llegar a donde estaban.
  • Que llegar a un peso sano = estar gorda: de hecho, en las fotos de transformación, no había duda de que el “después” era mucho mejor.
Mi transformación: septiembre de 2016 (IMC 13.1) – junio de 2020 (IMC 18.3)

Por supuesto, hay de todo. Busca a la gente que te inspire. Encontrarás otras que no te van a gustar, pero tú tienes que saber que tú acabarás como las mejores para ti. Seguro que en la profesión que tienes o quieres tener hay gente que te gusta más y menos… ¡y tú no piensas que vayas a ser como los últimos!

Siempre recordaré estas palabras que leí en el blog de Hannah Durbin (el cual desgraciadamente ya no existe): “Se me dijo que saltara desde el precipicio y abrazara la caída libre. Se me prometió que la recuperación estaría al otro lado. No les creí, pero salté de todos modos. Y aquí estoy hoy, al otro lado, diciéndote que saltes”.

Aquí estoy yo también hoy, llegando al otro lado y dándome cuenta de que la oscuridad que veía desde mi precipicio no es tal, sino una joya brillante. Si hubiera visto lo que hoy veo, habría saltado sin pensarlo. Pero en realidad ya lo había visto, solo que a través de los ojos de las que me precedieron en este camino. Lo que pasa es que no podía creerlo del todo, aunque sí lo suficiente como para empezar. Créeme. Merece la pena. Salta.

2. Contacta

La mayoría de estas personas estarán encantadas de que les escribas para hablar y preguntar (yo desde luego lo estoy. Puedes contactarme en el formulario que encontrarás en las páginas Acerca de y Consultas, o por whatsapp o telegram clicando en el botón flotante). Cuenta tu historia y pide consejo, sobre todo para dar los primeros pasos. Acércate con una mente abierta y dispuesto a aprender: nadie te va a decir que será fácil, o que puedes solo medio recuperarte y mantener algunas partes del TCA (como un peso bajo). ¡Pero sí podrás notar el apoyo y la alegría por ver que alguien más está a punto de venir a la luz!

3. Escribe

Si te estás planteando dar un cambio de vida total y elegir la recuperación, probablemente tu cerebro esté en plena ebullición: miles de pensamientos contradictorios gritando, tantas cosas en las que pensar, miedos, quizás chispas de ilusiones… En medio de tanto caos, es difícil reflexionar.

Coge un boli y una hoja, y escribe todo lo que está pasando en este momento por tu mente. Sin cortarte, sin intentar ordenarlo ni ponerlo bonito, sin omitir lo vergonzoso. Poder verlo todo a la vez y puesto al mismo nivel te ayudará a ponderarlo de una manera más racional. Y te darás cuenta de que muchas cosas que en tu cabeza sonaban convincentes… no tienen ningún sentido.

4. Reza

Ponte delante de Dios, ábrele tu corazón, confiésale que estás asustado y confuso, e invítale a que te guíe e ilumine. Él no rechazará tu petición. Eso sí, todos tus pensamientos te intentarán convencer de que son su respuesta. Aprende a escuchar su voz: busca la paz, busca aquello que libere y eleve tu espíritu. No de modo superficial, no algo que te proporcione una satisfacción o un subidón momentáneo, o que acalle tus miedos; sino la llama que arde en lo profundo de ti y que te atrae misteriosamente. Algo que, aunque quizá no te lo puedas explicar porque no concuerda con lo que has hecho o pensado hasta ahora, trae gozo y consuelo a tu alma cuando crees que es posible.

5. Ofrece tus miedos

Cuéntale a Dios tus miedos y di de corazón que se los ofreces, aunque no los puedas dejar ir del todo ni tu confianza sea completa; basta con querer querer, y Él suplirá lo que falta. Pero puedes ir un paso más allá. Siempre creo que los gestos con un componente tangible son más efectivos que los meramente espirituales. Así que te recomiendo el siguiente ejercicio:

Escribe todos tus miedos en un papel o en pequeños papelitos, uno por uno, de todo tipo: físicos (engordar) e internos (perder el control), generales (perder el sentido de mi vida) y específicos (no caber en los pantalones x)… todos, hasta los que te cuesta admitir que tienes. Guárdalos en una caja o sobre. Y ponlos a los pies de una imagen de Jesús que tengas en casa, depositándolos como ofrenda verdadera. Él los aceptará. De hecho, en realidad ya lo ha hecho: los ha cargado sobre sus hombros en el camino a la Cruz.

Mi caja-ofrenda de miedos

6. Decide

Nunca vas a estar totalmente segura de esto. Ni siquiera tras meses de recuperación vas a alcanzar una seguridad absoluta, al menos no todos los días. Así que no pretendas esperar a tener esa certidumbre para empezar, porque es un oxímoron: solo la irás ganando poco a poco a lo largo del camino.

La mayoría de los pasos van a ser pequeños, pasitos de bebé: un día se lo contarás a una persona, otro irás a comer fuera y no pedirás una ensalada de la huerta, otro te sentarás en lugar de ir de pie en el autobús… Pero no vale con ir dando estos pasos sin dirección, a veces sí y a veces no, flirteando con el TCA. La recuperación requiere una opción radical. Entiendo que necesitas tiempo para pensar. Pero si te lo estás planteando es porque en un momento dado has sido capaz de verlo, aunque luego te hayan abrumado los pensamientos. Así que elige la vida.

7. Encuentra a alguien

Podrás avanzar de manera mucho más certera y rápida si buscas a alguien que reúna las siguientes características:

  • Tienes la suficiente confianza como para contarle todo. Incluso lo que jamás contarías a otros.
  • Comprende tu alma. Quizá mejor que tú mismo.
  • No te juzga. No te mira como si estuvieras loco. No te hace sentir aún peor.
  • No te da siempre la razón. Te empuja fuera de tu zona de confort. No deja que te autoengañes.
  • Le respetas lo suficiente como para seguir sus consejos incluso en el caso anterior.

Mi recomendación es sin duda que esta persona sea tu director espiritual. Lo cual no quiere decir que nadie más te deba ayudar (por ejemplo, mi madre ha sido un soporte invaluable en mi recuperación; también debes buscar la ayuda profesional necesaria), sino que tengas a alguien de referencia para guiarte. Sé que hay gente que encuentra algo en cierto modo parecido en un buen psicólogo o terapeuta; pero lo que sí suele ser es una única persona.

8. Confía

Confía en Dios, en esa persona, en los médicos, en tus seres queridos y en tu verdadero yo. No están el resto contra ti, sino que estáis todos contra el TCA. En él es en la único en quien no puedes confiar, pues se presenta como tu salvador, pero solo quiere tu destrucción.

Creerás que estás perdiendo a tu yo, pero en realidad lo estarás encontrando, solo que el proceso de separación es doloroso porque el TCA le tiene muy atrapado. Por eso, tienes que confiar ciegamente y dejarte hacer, admitir que tus pensamientos son falsos y ser humilde para aceptar los de otros. Y no temas tampoco ser incapaz de afrontar retos en el futuro, porque ahora es normal que lo sientas así ya que todavía no tienes la gracia para ellos; pero en su momento se te dará más que suficiente.

Empieza a implementar estos consejos hoy. Empieza a nadar hacia la superficie hoy. Espero que todos estos pasos te den paz y te reafirmen, pero, sobre todo, ¡que saltes!

Recuerda que yo voy a estar animándote y pidiendo por ti y, si quieres, ayudándote personalmente.

Emprende hoy la conquista de tu TCA y reclama tu vida, tu libertad y tu felicidad.

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