La diosa Ana: el anhelo religioso de las comunidades pro-anorexia

La diosa Ana: el anhelo religioso de las comunidades pro-anorexia

Muchos piensan que la anorexia es un problema del cuerpo. Algunos saben que es un problema de la mente. Pocos intuyen que es un problema del alma.

Uno de los aspectos más perturbadores de los trastornos alimenticios es el carácter pseudorreligioso que acaba tomando para muchas personas. Pongamos por caso (pues es mi historia) a alguien que tiene anorexia. Empiezas siendo anoréxica; después piensas que no es una enfermedad sino un estilo de vida más; luego decides que de hecho es el mejor y te vuelves pro-ana; finalmente piensas que ese es tu camino, tu verdad, tu vida, y por tanto tu religión.

Del mismo modo que las misas satánicas toman elementos de la Misa real y los retuercen de manera sacrílega, así la religión pro-ana toma elementos de la religión cristiana y los retuerce para crear una secta de muerte.

Diosas

La diosa Ana (anorexia), la diosa Mia (bulimia) y —la más reciente adición al panteón— la diosa Alisa (“alimentación sana” – ortorexia). En principio son personificaciones de los diferentes trastornos, y se supone que no se cree realmente en su existencia como entidades. No obstante, la gente les dedica oraciones y, sobre todo, les pide perdón cuando “peca” (ver abajo). Es común leer cosas como “perdóname, Ana, te he fallado” o “Ana es justa e implacable, Mia es misericordiosa y bondadosa” (porque cuando has “pecado” puedes recurrir a ella, si me explico).

¿Por qué estas personificaciones acaban siendo tan reales? Porque son reales. Tras las máscaras, estas diosas son simplemente satanás. Él es quien recibe ese culto. Por eso, una anoréxica puede estar matando solo su cuerpo, pero una pro-ana está matando también su alma.

Y no basta con llamar a la diosa Ana Jesús como una simple sustitución de nombres. Si haces las obras de la diosa Ana, da igual a quien digas que se las ofreces. Como ya he recalcado anteriormente, la diferencia no está solo en la intención (algo que se debería tener más en cuenta en círculos religiosos).

Credo

La profesión con los principios básicos de esta fe. Circulan distintas versiones en español, pero derivadas de una única versión en inglés. Esta es una traducción:

Creo en el control, la única fuerza suficientemente poderosa para traer orden al caos que es mi mundo. Una de las mentiras clave que nos cuenta el TCA es que tenemos autocontrol, que estamos eligiendo, que nos resistimos a la comida. Pero somos esclavas suyas, nos controla, perdemos nuestra libertad porque cada vez nos alejamos más de la verdad sobre quiénes estamos llamadas a ser.

Creo que soy la persona más vil, despreciable e inútil que jamás haya existido en este planeta, y que no merezco el tiempo y la atención de nadie. Falsa humildad, y doble pecado. Por un lado te autodesprecias, y por otro sigues pensando que eres mejor que el resto de la gente, como veremos.

Creo en los deberías, debes y has de, como leyes irrompibles para determinar mi comportamiento diario. Desde que te levantas hasta que te acuestas, todo está marcado por reglas y rituales obsesivos. Gramos, calorías, horas y minutos de ejercicio, esconder la comida en sitios concretos, comer la que comes en patrones, y luego un sinfín de cosas que directamente se parecen más a un trastorno obsesivo-compulsivo. Todo es rígido, todo debe estar medido, una mínima alteración hace que se sienta todo perdido.

Creo en la perfección y lucho por obtenerla. La perfección significa la delgadez. Por eso, cuando me llevé la anorexia al catolicismo, me dediqué a interpretar la Biblia intercambiando ambos conceptos.

CREO EN LA SALVACIÓN A TRAVÉS DE LA INANICIÓN

Creo en los contadores de calorías como palabra inspirada de dios, y los memorizo acordemente.

Creo en la báscula de mi baño como un indicador de mis éxitos y fracasos diarios. Sí, ese número lo determina todo. Cada día. Es lo que decide si vas a estar contenta o triste, y si tienes que castigarte más, restringir aún más.

Creo en el infierno, porque a veces pienso que vivo en él. Pero ese infierno mayoritariamente lo crean los demás, los que te intentan forzar a comer, a ir al médico, a ganar peso. Las discusiones continuas, las mentiras sin cese. También puede ser un infierno el no llegar nunca a tu meta, el ver tu debilidad y como caes, el nunca llegar a estar contenta con dónde estás… No era mi caso.

Creo en un mundo totalmente en blanco y negro, la pérdida de peso, la recriminación por los pecados, la abnegación del cuerpo y una vida eterna de ayuno (juego de palabras en inglés: live everlasting-> live ever fasting).


©Mary Lock, Flickr

Los Diez Mandamientos

1) Si no estás delgada, no eres atractiva. Muy importante cuando tienes baja autoestima respecto a tu belleza u otras cualidades. Podrás no ser la más guapa, o la más popular, o la más inteligente, pero si eres la más delgada, todo compensa.

2) Estar delgada es más importante que estar sana. Por eso no funciona decirle a una pro-ana todas las consecuencias de su enfermedad, que si osteoporosis, que si fallo cardíaco, que si tu cuerpo se come a sí mismo porque no tiene nutrientes… Como si no lo supieran.

3) Debes hacer todo, cualquier cosa, para verte más delgada. Cualquier cosa. Sin importar las consecuencias a tu alrededor, el daño que hagas a las personas que más te quieren. No puedes dejar que se metan en tu camino.

4) NO DEBES COMER SIN SENTIRTE CULPABLE.

5) No debes comer comidas que engorden sin castigarte después.

6) Debes contar calorías y restringir acordemente.

7) Lo que diga la báscula es lo más importante.

8) Perder peso es bueno; ganar peso es malo.

9) Nunca puedes estar demasiado delgada. Y aquí puede haber trampas. Por ejemplo, yo estaba en mi peso meta (un lamentable IMC de 15) y no quería bajar más. Peeero… ¿y si resultaba que en el futuro por alguna circunstancia tenía que comer más, o no podía hacer mi ejercicio, o venía cualquier situación inesperada? ¡Necesitaría tener margen! Así que tampoco pasaba nada si bajaba un poco más “por si acaso”. Así llegué a un IMC de 13.

10) Estar delgada y no comer son signos de verdadera fuerza de voluntad y éxito. La anorexia es una moralidad, en el sentido de que lo que hagas o dejes de hacer para estar delgada condiciona si eres buena o mala, si has triunfado o fracasado. Por eso se asocian también valores morales a la comida. Como hace nuestra sociedad: la comida se ve como buena o mala, y la gente dice que ha sido buena o ha sido mala según lo que haya comido. 

Santas

Aquellas que han llegado a las más altas cotas de perfección, es decir, de delgadez: las thinspirations. Las actrices y modelos son las más sanas dentro de estas, y luego están chicas de internet con fotos reales o retocadas mostrando todos sus huesos. La función de todas estas fotos es mirarlas cuando tenemos “tentación” de ceder para recordar que, si lo hacemos, nunca llegaremos a ser como ellas, y motivarnos a seguir por el camino de la anorexia.

Por desgracia, las fotos de las thinspiration famosas no solo se encuentran en los sitios pro-ana, sino por todas partes, y ellas mismas revelan al mundo alegremente sus “secretos” de dieta y ejercicio para estar como ellas. Y las de las no famosas ahora han encontrado un canal privilegiado en instagram, donde da miedo leer los comentarios: por cada uno lanzando dudas sobre su salud, hay varios admirando su cuerpo y diciendo que es perfecta. De nuevo, no hablo de páginas pro-ana en sí (nunca he pensado que esas sean el verdadero problema), sino de gente supuestamente normal. Eso es lo más peligroso.

Oraciones

Sobre todo en forma de jaculatorias, mantras que una memoriza y repite para resistir a las tentaciones, como “Nada sabe tan bien como estar delgada” (Kate Moss, una de las thinspos). Pero hay oraciones completas, que, una vez más, han sido compuestas tomando oraciones cristianas y “adaptándolas” a la nueva secta.

Salmos

Por ejemplo, esta —aunque no se reconozca en ninguna de las páginas en las que se encuentra— sigue claramente la estructura del Salmo 23 (es incluso más evidente en inglés en la versión KJV de la Biblia, popular entre los protestantes):

Mi dieta es estricta, nada he de querer. (El Señor es mi Pastor, nada me falta.)

Me hace acostarme por la noche hambrienta; me conduce por delante de las pastelerías (En verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas)

y pone a prueba mi fuerza de voluntad. Me guía por el sendero del cambio, en nombre de mi figura. (y repara mis fuerzas. Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre.)

Aunque camine por los pasillos de la sección de dulces, nada compraré, porque engordan. Las tartas y pasteles me tientan. (Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan.)

Hay una mesa ante mí con judías verdes y lechuga; lleno mi estómago con líquidos, y no sobrepaso mi cuota diaria. (Preparas una mesa ante mí enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.)

Las calorías y las tablas de peso me acompañan todos los días de mi vida, y viviré con miedo de la báscula para siempre. (Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.)

Hay también versiones de otras oraciones famosas como el Padrenuestro, así como oraciones que no se basan directamente en una concreta, pero que rezuman inspiración cristiana (de súplica, de perdón, de acción de gracias). No es mi intención hacer de esta entrada un catálogo pro-ana así que no voy a copiar más oraciones. Solo quiero hacer entender lo grave que es el lado diabólico de la anorexia.

Pecado

El pecado es, principalmente, comer más de lo permitido (que es muy poco). Este tipo de lenguaje ha penetrado de lleno en la sociedad, siendo frecuente escuchar cómo alguien dice que una comida “le tienta”, o cómo se anuncian las versiones bajas en calorías como “libres de culpa”.

Otros pecados son fallar en cumplir otras de tus obligaciones, como el ejercicio, o revelar a otras personas el secreto. El gran pecado es la recuperación, que equivale a la apostasía, y se ve como una debilidad, como no haber sido capaz de cumplir las exigencias de la anorexia y haberse entregado a los placeres de la comida. Merece asco y desprecio. Y así es como me hacía sentir la voz en mi cabeza al principio de mi recuperación.

Sacrificio

Es obvio, ya que nos negamos a nosotras mismas hasta nuestras necesidades más básicas por un ideal. Estamos dispuestas a perder todo en nuestra vida, e incluso nuestra vida, en la búsqueda de la perfección. Este es el aspecto que más fácilmente puede enredarse con la verdadera religión, y por ello toda persona religiosa debería tener mucho cuidado en cómo explica el sacrificio y la mortificación.

En una sociedad secular que, por lo demás, rechaza toda idea de sacrificio y promueve una entrega desenfrenada al placer, este tipo de mortificación es sin embargo reverenciada. No es extraño que una persona anoréxica, cuando rechaza una comida rica, tenga que escuchar muchas veces: “Me gustaría tener tu fuerza de voluntad”. Y como en lo que más se gloría una pro-ana es justamente en su disciplina y autocontrol, es una manera de echar más leña a ese fuego destructor.


©daniellehelm, Flickr

Comunidad

La vida de una anoréxica es solitaria. Puedes tener familia y amigos, pero no puedes compartir con ellos la parte más importante de tu vida, lo que ocupa tus pensamientos todo el día, el sentido de tu existencia. En los grupos online, lo que menos se buscan son los típicos consejos para no comer, que parece que es lo único que preocupa a los medios. Lo que se busca es gente que te comprenda y te consuele en la oscuridad.

Y creo que puede ser la única cosa buena de todo esto. Porque si alguien de la comunidad se recupera, aunque se la va a tachar de débil y traidora, quizá a alguien más le haga pensar. 

Gnosticismo

Ser pro-ana es sentirte parte de un pequeño grupo privilegiado que no cae en los placeres bajos de la comida. Las pro-ana y pro-mia son las princesas; el resto, las cerdas. Hay una actitud victimista y elitista: “nadie nos entiende”, “esto no es para todo el mundo”, etc. Se sienten perseguidas por aquellos que las quieren hacer engordar, probablemente porque las envidian o porque las odian y quieren frustrar su identidad y hacer que sean como todo el mundo.

Y hay niveles dentro del propio grupo. Ellas dirán que todas se apoyan entre ellas. Y una mierda. Casi todo el mundo se ríe de las “wannabes”, las que quieren ser pro-ana pero lo tratan más bien como una dieta o una moda. Muchas anoréxicas desprecian a las bulímicas por su “falta de control”. Y puedo asegurar que, cuando tú eres capaz de alcanzar y mantener tu peso meta y ves que la mayoría de las otras no pueden, te sientes como una leyenda. Después de todo, ahora te llaman reina.

Lo que falta: el Amor

Esta “religión” ha tomado y retorcido elementos del cristianismo, pero eliminando el principal: el Amor. Los verdaderos mandamientos, perfección, sentido de pecado, sacrificio, etc., solo pueden entenderse cuando están enraizados en el Amor. Creo que la gente ya no capta estos conceptos porque no se dejan ser amados hasta el extremo. El demonio no tiene que hacer nada más con esas personas.

Las pro-ana, sin embargo, muestran una atracción natural hacia ellos, y no les asustan los extremos. El demonio entonces separa esas cualidades del Amor, y todo se desorderna, se trastorna (como decimos, trastornos alimenticios), lanzando a la persona a una desesperada espiral de autodestrucción.

Recuperemos el orden recto: Dios-alma-cuerpo. Primero, dejemos a Dios —el Amor— gobernar sobre nuestra alma. Después, dejemos que nuestra alma gobierne sobre nuestro cuerpo imitando ese gobierno de Dios. Sin el primer paso, el segundo o se invierte para la mayoría de las personas (el cuerpo gobernando sobre el alma), o se vuelve un gobierno despótico, opresor y repugnante, en el que el soberano real no es la persona que piensa que está en control, sino la “diosa Ana”.

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