Prioriza la comida real frente a los ultraprocesados, es decir, aquellos alimentos con largas listas de ingredientes, aditivos controvertidos y azúcares añadidos a tutiplén. Básicamente, la mayoría —no todos— de cereales de desayuno, platos precocinados o listos para comer, embutidos, pan de molde, bollería y dulces.
¡No te fíes de lo que ponga en la parte delantera de la caja! Que diga en letras grandes que un producto es saludable, bueno para ti o lo que sea no significa nada. Menos aún que diga que es light o se anuncie como un producto de dieta.
La única manera de comprobar si un producto es comida real es leyendo las etiquetas de ingredientes y de información nutricional. ¿Cuánto azúcar añadido tiene? ¿Se le ha añadido aceites vegetales como los de girasol o palma? ¿El primer ingrediente (si es un cereal) es harina integral, o no integral? ¿Lleva nitritos o nitratos? Si vives en España, la aplicación MyRealFood puede ayudarte a familiarizarte con las etiquetas de los distintos procesados y ultraprocesados (úsala para informarte y entender qué estás comiendo, no para decidir por ti).
Si la comida real se convierte en la base de tu alimentación, habrás dado un gran paso hacia una dieta sana, dado que el principal problema de la mayoría de personas que sufren deficiencias o desequilibrios nutricionales, diabetes tipo 2, obesidad, etc., es el consumo masivo de alimentos ultraprocesados.
Este punto puede parecer complicado, pero en cuanto llevas un tiempo haciéndolo se vuelve natural, y al final aprecias mucho más de los sabores de la comida 🙂